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Zona Piel: todos contra todos
En la Zona Piel de la ciudad de León los comerciantes establecidos están muy enojados; bueno, algunos siempre están ahí muy enojados; ahora parece que son todos contra todos.
En la Zona Piel de la ciudad de León los comerciantes establecidos están muy enojados; bueno, algunos siempre están ahí muy enojados; ahora parece que son todos contra todos. Le cuento.
Circula un ‘boletín informativo’ en el que bajo la leyenda “Por un Guanajuato sin corrupción A.C.”, arremeten contra el mundo sin dejar títere con cabeza. Lo hacen, dicen, derivado de la nula atención y de la insaciable corrupción ¿de quiénes? Ah, pues de las autoridades municipales, y citan a la Dirección General de Fiscalización y Control –a quienes de plano les llueve sobre mojado–, a la Secretaría de Economía y a la Dirección General de Mercados y Fomento al Consumo, instancias a las que advierten que ellos, los comerciantes establecidos, han decidido rebelarse “ante tan nefastas autoridades…”.
¿Que por qué? Bien, pues porque, aseguran, están cansados de reuniones inútiles para poder dignificar su zona de trabajo y que también están cansados de ver cómo pasa el tiempo y siguen estas autoridades haciendo de la Zona Piel un botín político y de corrupción (vía) la venta de permisos y la tolerancia a los vendedores ambulantes de todo tipo de productos.
Enlistan: paperos, ‘rusas’, bolseros, fruta, chocobananas, campechanas, nueceros ¡y hasta un restaurante en la vía pública!, sin que ninguno cuente con autorización oficial, en giros que nada tienen que ver con la venta de calzado.
Y aquí viene lo fuerte: notifican a las autoridades municipales y su legión de inspectores, que todos los comerciantes fijos de la Zona Piel se han organizado para permanecer en la vía pública viernes, sábados y domingos durante lo que resta del año “asumiendo las posibles consecuencias y represalias que pudieran intentar las ‘dizque’ autoridades y ‘grupos de choque a su servicio.”
Si algo tienen los comerciantes de la Zona Piel, es que no son ‘suavecitos’ y el amago es todo un desafío a la autoridad. Su relación específicamente con los inspectores que mencionan, ha sido tradicionalmente complicada.
CIERREN LAS PUERTAS
¿Un botín político y de corrupción? Evidentemente, sí. Y la lógica enseña que lo evidente no necesita demostración. Un botín harto deseable, además, para alguien que sea, digamos, ávido.
Mire usted. En números del Implan, a saber el Intituto Municipal de Planeación, los primeros comercios surgieron en la década de los 60, con la apertura de la central de autobuses, todavía ahí enfrentito; la Zona Piel ocupa una superficie aproximada de 66 hectáreas; se cuentan ahí 3 mil 349 residentes –cualquier cosa que el Implan haya querido decir con eso–; y registra un uso de suelo mixto: comercial, habitacional y de servicios.
Cualquier comerciante le diría que ahí circula más dinero que en las plazas Mayor o Altacia. En sus censos particulares han contabilizado hasta 5 mil locales de venta de productos de piel. En estadística del gobierno del estado, la Zona Piel genera 8 mil empleos directos y 20 mil indirectos del sector cuero-calzado y marroquinería. Así que échele cuentas. A cambio, ciertamente –diría el clásico–, han recibido más bien poco.
El último esfuerzo serio de mejora se realizó en la administración del alcalde Vicente Guerrero Reynoso, que tuvo al hoy diputado local Miguel Salim como secretario de Economía. Eso sería en la gestión 2006-2009. Eso sí, a cada rato les presentan planes ‘maestros’ de modernización.
En el más reciente les dijeron que el Plan Maestro de la Zona Piel crearía “un espacio de convivencia e identidad para los leoneses y sus visitantes.” Que instalarían ‘tótems’ para crear identidad. Los comerciantes, más bien, como que ya están hartos. En rueda de prensa, la directora del Implan, Graciela Amaro, dijo entonces que se identificaron y evaluaron aspectos urbanos, de movilidad, sociales y económicos. Oootra vez.
Y, no. Algo sigue muy mal. Si los comerciantes establecidos protestan. Los ambulantes contra los que se quejan, no se quedan atrás. Alfredo Resendiz, en la danza desde hace 25 años y a la sazón fundador de la Unión de Comerciantes Ambulantes y Semifijos de la Central Camionera de León, le manda decir al Municipio que les permita hacer su trabajo, sin rodeos y trabas con los permisos. “Vienen los de Turismo, pero a qué…” Para Resendiz, es precisamente la ‘ley de la selva’ la que impera en ese lugar.
En la Zona Piel, por ejemplo, el proyecto de las bicicletas públicas conoce de un rechazo prácticamente absoluto por la reducción a un carril y la colocación de topes en sus ya caóticas vialidades. ¿Carriles para ciclistas, aquí? Pues, sí. Pues son pocos los que vienen en bicicleta a comprar calzado, se burlan ellos.
De no procurar un acuerdo previo, este fin de semana aquello podría tornarse peligroso: es difícil esperar que los inspectores arriben sin la fuerza pública o tengan la capacidad para levantar la mercancía de miles de comercios, y que los comerciantes lo vayan a permitir… Hagan sus apuestas.
LA JAULA
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M de la Luz Hernández
23 de noviembre de 2019 at 5:49 am
Es bueno que nos informen sobre estos problemas, que aunque yo no vivo del calzado me preocupa porque es el sustento de muchas familias.
También sé que hay competencia desleal por parte de gente sin escrúpulos desde hace muchos años, gente que viene a robar a personas que a duras penas pueden sostenerse. Hay gente de fuera que se aprovecha de personas enfermitas y abusan de ellas, queriendo quedarse hasta con sus propiedades ahí en la Central camionera. Me consta, por eso comento.