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Periodismo, comunicación y política

Hablábamos de los partidos políticos y la comunicación…

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Por Francisco Javier Mares

(PARTE II y final) 

Hablábamos de los partidos políticos y la comunicación…

El PAN. Acción Nacional fue el partido político que entendió primero y aprovechó mejor las capacidades de los comunicadores, sobre todo a partir de la suma abierta de legiones de empresarios de algunas regiones del país al blanquiazul. En ese arranque, el PAN avanzó a zancadas gracias a dos factores elementales: privilegió la capacidad y el conocimiento a la simpatía partidaria; y dio preponderancia a la mercadotecnia sobre la comunicación política tradicional.

La frescura se perdió pronto y, casualmente, coincidió con la conquista de mayores espacios de poder. El PAN comenzó a exigir a sus voceros una comunión absurda con sus fijaciones partidistas y rápidamente los reacomodos se decidieron en función de la cercanía y la militancia, no de las capacidades, la preparación y la trayectoria. Para despejar cualquier duda, precisamente en 2003, el paisano Luis Felipe Bravo Mena, entonces su dirigente nacional, anunció sin rubor que el encargo de comunicador en los comités ‘se elevaría’ a rango de secretaría de partido -y por tanto en exclusividad para un militante, distinguido además-. Se tardaron años pero finalmente decidieron, también en esto… imitar al PRI.

El PRD. Como a muchas otras cosas raras de la modernidad, el PRD llegó tarde a la Comunicación social. Anclados en los manifiestos interminables, las proclamas incendiarias y los comunicados doctrinales, convencidos de que el marketing político es ‘el opio de los pueblos’ las tribus perredistas duermen ahora en la periferia de las posiciones políticas y de gobierno el sueño de los vencidos.

MORENA. El Movimiento de Regeneración Nacional es el nuevo protagonista de la política mexicana. Releva en el discurso de la izquierda al perredismo que todavía asoma en los escombros de su corrupción. Desde el gobierno federal, Morena anunció y lleva al extremo la centralización de su comunicación, con la consiguiente liquidación de sus sucursales en cada instancia bajo su control. AMLO sostiene una guerra terca contra los medios tradicionales. Si en la vida efectivamente los absolutos no existen, esto no emerge como una buena decisión, así que pagamos por ver.

La consultoría externa. Esta modalidad de incursión de los periodistas en tareas más allá de las que estrictamente los ligan a uno o varios medios de comunicación, es la de más reciente expansión y se mantiene reservada a cierto nivel de capacidades y relaciones. El mercado también es restringido. Gerentes de cámaras empresariales y políticos en lo individual, casi siempre. Implica un conflicto de intereses. Se es consultor o se es informador. Ambas a la par desafinan el tema de la integridad. 

Los empresarios. La propia naturaleza de su actividad y el origen de sus recursos hace que este sector de contratantes sea un poco más exigente en cuanto a la formación y los alcances profesionales de sus comunicadores. Para ellos la labor más importante gira en torno a la comunicación entre asociados y, ocasionalmente, a la existencia de un comunicólogo que les libre de entrevistas incómodas.

III. Los medios en Guanajuato, así, a secas.

Camino a la reflexión final conviene hacer un alto para echar una ojeada al entorno que anima a un informador a tirarse de la sartén a las brasas.

En palabras llanas: ¿Qué pasa con el periodismo en Guanajuato?

Soy un partidario (muy probablemente el único) de la tesis (en un caso infortunado, mía) que necea que en Guanajuato hay mejores informadores que medios de comunicación.

En ocasiones, en muuuchas ocasiones es la propia grisura de los medios de comunicación la que obliga a migrar a sus redactores a otros medios, en una búsqueda obsesiva de mejores espacios; a la capital del país, a la conquista de la gran Tenochtitlán; a las cámaras empresariales; a las oficinas de gobierno; incluso a los partidos políticos…

Algunos ‘porqués’:

a) Los salarios -hablo en términos generales-, son francamente malos para un joven con una licenciatura que, buena, regular o mala, requirió de su esfuerzo, su tiempo y sus pesos. Cabría aquí una acotación, los salarios son malos básicamente por dos factores:

Uno. Es innegable que son pocos, contados, notorios los reporteros que por su trabajo se hacen acreedores a ingresos más altos y a mejores condiciones laborales, y

Dos. Los patrones, hábilmente -aunque en el pecado lleven la penitencia-, abaratan las plazas al sustituir -eso creen-, a un reportero profesional y experimentado, por algún estudiante, el que sea “…al cabo que hay muchos que necesitan el trabajo”.

En esta lógica perversa, y toda vez que los medios, aun tratándose de empresas privadas ejercen una responsabilidad pública, todos perdemos:

b) La censura. Sin llamar a escándalo, cualquier reportero sabe que en Guanajuato los casos de censura a su trabajo -en serio, no de chismes de redacciones y dependencias- provienen en mayor número de sus propios patrones y directivos, que de los entes de gobierno y de poder.

c) El escalafón. Los medios, tan eficaces para la crítica, repiten el modelo escalafonario con base en la cercanía, la amistad y hasta el servilismo, y no en la eficacia, la capacidad y la formación.

Claro que no siempre es así. Otros ‘porqués’:

a) Las universidades han quedado a deber -y mucho- a los jóvenes, a juzgar por las habilidades y conocimientos de los que disponen al momento de llegar a una redacción o a una oficina de prensa.

b) La convicción. Y si las habilidades técnicas básicas son escasas, la interiorización del qué y para qué del ejercicio periodístico o de la Comunicación social que obtuvieron en las aulas, es nula.

Tenemos entonces a un reportero preparado deficientemente y con poco aliento para enfrentar un trabajo que exige, créanlo, una alta dosis de pasión, si se ha de ejercer con responsabilidad. También es posible subsisitir con el ‘nado de muertito’. Pero de esos casos, ni hablar. Así las cosas, muchos aspirantes o sedicentes periodistas convierten de inmediato sus redacciones en oficinas de relaciones públicas y al primer guiño del capitán de empresa o del ‘grillo’ con presupuesto, emigran. De ahí también la altísima e inocultable rotación de personal que experimentan los medios.

c) La cooptación. Finalmente -y no por ello de menor importancia-, otra causa de la fuga del periodismo a la Comunicación social y a la política -insisto, en los términos de esta exposición-, una causa, decía, que muchos estarían dispuestos a negar tres veces antes de que cante el gallo, es la cooptación de periodistas desde el gobierno y el poder.

Un solo ejemplo, a manera de dejar que sean los hechos los que den su testimonio:

Al arribo de Acción Nacional al Gobierno de Guanajuato en 1991, vía el interinato de Carlos Medina Plascencia, las oficinas de Comunicación Social se expandieron como mala hierba, crecieron en términos geométricos, se multiplicaron, se dispararon, se disparataron…

Dejaremos para mejor ocasión las justificaciones del momento, sean acertadas o no, el punto es que muchos de los mejores periodistas de cada medio de los municipios del estado fueron a parar a las oficinas de Comunicación del aparato oficial.

La verdad sea dicha, aquello fue una carambola no de tres bandas sino de fantasía, perfectamente ejecutada: los periodistas no encontraron argumentos para resistirse a un aumento tan inesperado como sustancioso en su ingreso; los medios perdieron a sus mejores reporteros; el gobierno se hizo de colaboradores competitivos, y de un plumazo en la chequera derribó las posibilidades de investigaciones de los medios a su quehacer.

Otros dirán misa, pero en Guanajuato la cooptación de periodistas desde distintos ámbitos del poder existe -con alcances drámaticos en las fechas que corren bajo esta oleada de ‘portales’- y es, también, un gaje del oficio.

IV. Periodismo, Comunicación social y Política (o la búsqueda frenética de un final decente y que sea para no agraviar)

A los escépticos de las relaciones de co-dependencia entre el periodismo, la Comunicación social y la política, habría que regalarles la idea de que en las sociedades contemporáneas los cambios han sido tantos -y tan rápidos-, que los medios y las oficinas de prensa que se resisten a transformar sus visiones, lo hacen a riesgo de perder, cada vez, a sus audiencias. Algunos ya lo han comprendido y hoy sortean retos importantes:

  • La necesidad de un compromiso mayor con lo público desde el periodismo y la comunicación oficial. Si la participación ciudadana probó ya su influencia en la transformación de la vida pública, debe encontrar cabida en la agenda de los medios y de las instancias de comunicación oficiales.
  • La urgencia de transparentar los gastos de las instancias de comunicación, argumentar sus criterios de asignación y depositarlos en Ley -si no es mucho pedir, en una norma a la que soporte el consenso. Hay abundancia de información -y de dinero-, pero es preciso revisar las formas y los canales de comunicación.
  • La lucha contra la corrupción y en favor de la transparencia requiere de ciudadanos a los que respalden el periodismo y la Comunicación social, sin que ciudadanos y medios usurpen el trabajo del Estado.

En vía de mientras, a periodistas y comunicadores nos queda el recurso de alimentar el concepto con la práctica, y recordar que la ética y el profesionalismo nada tienen que ver con la posición en turno (Muchas gracias).

LA JAULA

El sábado fue asesinado en Acapulco, Guerrero, el periodista Víctor Fernando Álvarez Chávez. Ah, sí, porque en México, además, el periodismo es una tarea de alto riesgo…

Correspondencia: tigresdepapel001@gmail.com

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